-¡QUÉ BOCA MÁS GRANDE TIENES!
-¡ES PARA COMERTE MEJOR!
-¡ES PARA COMERTE MEJOR!
Seguro que todos
recordamos estas palabras del lobo y Caperucita Roja… y seguro que
el comer mejor ha sido uno de los deseos que muchos padres hoy
querrían lograr con sus hijos. Los grandes platos en la cocina no
salen siempre bien a la primera, pero a fuerza de volver a
intentarlo empleando los mejores ingredientes, en su justa medida, y
cada vez poniéndole mayor atención a cada paso, mayor cariño a la
hora de trabajar, sabiendo esperar los tiempos marcados… seguro que
el resultado será sorprendente. Pues algo igual nos sucede si
queremos que nuestros hijos se alimenten de una manera adecuada, sana
y feliz. Para esto no hay una receta maestra, pero sí unos
ingredientes básicos con los que ponerse manos a la obra e ir
observando los resultados.
En la variedad está el gusto
Si servimos nuevos alimentos cada semana evitaremos que los niños se
cansen de comer aquellos que son sus favoritos. Para ello podemos
combinar los nuevos alimentos con los viejos favoritos. Si le gusta
la gelatina, por ejemplo, combínala con rodajas de plátano, y así
probará el plátano. Es importante que nos vea comer ese alimento
nuevo cuando se lo ofrezcamos.
Y
también ofrecerles opciones limitadas. Por ejemplo, preguntarles
"¿Quieres zumo de naranja o manzana?" en lugar de "¿Qué
quieres tomar?"
TODO EN SU JUSTA MEDIDA
TODO EN SU JUSTA MEDIDA
Las
comidas deben ser fáciles de masticar, pues los niños pequeños no
pueden deglutir cosas duras. Los alimentos deben tener el tamaño
de bocados. Darles porciones pequeñas. Un plato lleno les asustará.
Ellos no deben comer la misma cantidad que los adultos. No tenemos
que utilizar nunca la comida como premio ni como castigo…
Debemos
establecer un horario regular para las comidas y respetarlo
diariamente. A los niños les gusta tener una rutina. Salvo en
contadas ocasiones, deben comer lo mismo que el resto de los miembros
de la familia. No se debe mal acostumbrarlos a tomar platos
exclusivamente preparados para ellos.
BUEN
EJEMPLO EN LA MESA
Los
niños imitan las actitudes y comportamientos que observan
diariamente en los adultos. Por este motivo, darles ejemplo es la
mejor manera de estimularles para comer de una manera sana y
equilibrada. Esto implica sentarse a la mesa de acuerdo a un horario
regular, alentar el consumo de alimentos saludables y, sobre todo,
mantener una actitud positiva en lo referente a la comida. Estar
siempre a dieta o disconformes con el cuerpo puede llevar, a la
larga, a inculcar en los niños sentimientos negativos respecto a la
alimentación. Trata siempre de enviar a los más pequeños mensajes
positivos sobre la comida y cómo llevar una correcta alimentación.
Cocinar
con vuestros hijos puede ser un plan muy divertido. Además de pasar
un buen rato juntos, estimulas
su creatividad y capacidad de trabajar en grupo.
Cualquier
excusa viene bien: preparar una cena a base de pizzas y una ensalada
de frutas para ver todos juntos una película de video un sábado por
la noche, un delicioso desayuno para empezar el domingo con energía,
o una merienda para pasar la tarde con los amigos.
El
caso es que se animen y, para eso, es importante que el menú
propuesto les seduzca. En general, los platos que más les gustan y
que dan más juego en la cocina son aquellos que les permiten
trabajar con las manos, mezclar diferentes ingredientes y ser
creativos.
Aunque
nunca debemos dejar a un niño solo en la cocina, hay algunas recetas
para las que apenas necesitan nuestra ayuda, y es hermoso ver lo
orgullosos
que se sienten de sus creaciones culinarias. Hacer algo con sus
propias manos y ver cómo su familia se lo come con gusto es una
valiosa inyección de autoestima.
Entre
las ventajas que ofrece cocinar
con niños
cabe resaltar la adquisición de conocimientos básicos y necesarios
de una forma práctica y entretenida. Además nuestros hijos suelen
comer
con más interés un
plato en el que han colaborado.
Ahora
que llega la lluvia y el frío y da pereza salir a la calle, no
os lo penséis: unos delantales para no mancharos y empezad con una
receta sencilla. La diversión está asegurada.
El
desayuno, el almuerzo y la cena son instantes que deben aprovecharse
para compartir con la familia. A pesar de lo agitado de nuestro
actual ritmo de vida, es posible lograr algunos encuentros armónicos
en la mesa.
Las
rutinas como el desayuno y la comida, cuando se conversa y se
comparten experiencias, pueden compensar los largos períodos de
separación Las familias donde ambos padres trabajan y permanecen
ocupados todo el día, tienen que hacer un esfuerzo para respetar
esas horas compartidas como un medio de fortalecer sus vínculos.
Los
niños comen mejor cuando disfrutamos de este momento en familia y
ayudan en tareas como poner la mesa o hacer la compra. Por este
motivo, cuando sea imposible conciliar la vida laboral con las
comidas regulares en casa o los más pequeños almuercen en el
colegio, resulta imprescindible sacar tiempo para, por lo menos,
desayunar o cenar junto a los niños.
Y
si el ritmo de vida no nos permite reservarnos al menos una comida
diaria para reunirnos con la familia, es primordial prestar especial
atención a los desayunos, comidas y cenas durante los fines de
semana.
Un
hecho que está aumentando, y de forma alarmante, es la obesidad
infantil.
y
no se debe en la mayoría de los casos a factores genéticos o de
predisposición familiar. Se debe a hábitos de vida incorrectos.
Este
aumento de la obesidad infantil se debe a una mayor accesibilidad por
parte de los niños a ‘atractivos’ alimentos híper calóricos,
al tiempo que se incrementa el sedentarismo. Cada vez los niños
pasan más tiempo ante el televisor y el ordenador, y menos, haciendo
ejercicio. Estos niños con sobrepeso serán en el futuro adultos
obesos con todos los riesgos que esta situación conlleva:
hipertensión, cardiopatías, diabetes, etc.
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