martes, 14 de noviembre de 2017

¡PARA COMERTE MEJOR!




 

-¡QUÉ BOCA MÁS GRANDE TIENES!
-¡ES PARA COMERTE MEJOR!


Seguro que todos recordamos estas palabras del lobo y Caperucita Roja… y seguro que el comer mejor ha sido uno de los deseos que muchos padres hoy querrían lograr con sus hijos. Los grandes platos en la cocina no salen siempre bien a la primera, pero a fuerza de volver a intentarlo empleando los mejores ingredientes, en su justa medida, y cada vez poniéndole mayor atención a cada paso, mayor cariño a la hora de trabajar, sabiendo esperar los tiempos marcados… seguro que el resultado será sorprendente. Pues algo igual nos sucede si queremos que nuestros hijos se alimenten de una manera adecuada, sana y feliz. Para esto no hay una receta maestra, pero sí unos ingredientes básicos con los que ponerse manos a la obra e ir observando los resultados.  


 
En la variedad está el gusto
Si servimos nuevos alimentos cada semana evitaremos que los niños se cansen de comer aquellos que son sus favoritos. Para ello podemos combinar los nuevos alimentos con los viejos favoritos. Si le gusta la gelatina, por ejemplo, combínala con rodajas de plátano, y así probará el plátano. Es importante que nos vea comer ese alimento nuevo cuando se lo ofrezcamos.

Y también ofrecerles opciones limitadas. Por ejemplo, preguntarles "¿Quieres zumo de naranja o manzana?" en lugar de "¿Qué quieres tomar?"   

TODO EN SU JUSTA MEDIDA

Las comidas deben ser fáciles de masticar, pues los niños pequeños no pueden deglutir cosas duras. Los alimentos deben tener el tamaño de bocados. Darles porciones pequeñas. Un plato lleno les asustará.  Ellos no deben comer la misma cantidad que los adultos. No tenemos que utilizar nunca la comida como premio ni como castigo… Debemos establecer un horario regular para las comidas y respetarlo diariamente. A los niños les gusta tener una rutina. Salvo en contadas ocasiones, deben comer lo mismo que el resto de los miembros de la familia. No se debe mal acostumbrarlos a tomar platos exclusivamente preparados para ellos.


COMER CON LOS CINCO SENTIDOS
Los niños necesitarán tiempo para ver, tocar, oler, sentir y probar un nuevo alimento; Podemos jugar a disfrazar los platos, y servirlos de una forma inesperada y divertida. Con platos de colores, moldes de distintas formas, caras formadas con alimentos, flores, personajes infantiles…Para aprender a comer es necesario que ellos experimenten con la comida, así cuando los niños son muy pequeños, no debemos ser tan estrictos respecto al uso de cubiertos, y dejarles que coman con la mano, que huelan la comida o revuelvan un poco el plato. Esto ayuda a estimularles sus sentidos para comer, una experiencia de sensaciones.

BUEN EJEMPLO EN LA MESA

Los niños imitan las actitudes y comportamientos que observan diariamente en los adultos. Por este motivo, darles ejemplo es la mejor manera de estimularles para comer de una manera sana y equilibrada. Esto implica sentarse a la mesa de acuerdo a un horario regular, alentar el consumo de alimentos saludables y, sobre todo, mantener una actitud positiva en lo referente a la comida. Estar siempre a dieta o disconformes con el cuerpo puede llevar, a la larga, a inculcar en los niños sentimientos negativos respecto a la alimentación. Trata siempre de enviar a los más pequeños mensajes positivos sobre la comida y cómo llevar una correcta alimentación.



COCINA PARA TODOS
Cocinar con vuestros hijos puede ser un plan muy divertido. Además de pasar un buen rato juntos, estimulas su creatividad y capacidad de trabajar en grupo.

Cualquier excusa viene bien: preparar una cena a base de pizzas y una ensalada de frutas para ver todos juntos una película de video un sábado por la noche, un delicioso desayuno para empezar el domingo con energía, o una merienda para pasar la tarde con los amigos.

El caso es que se animen y, para eso, es importante que el menú propuesto les seduzca. En general, los platos que más les gustan y que dan más juego en la cocina son aquellos que les permiten trabajar con las manos, mezclar diferentes ingredientes y ser creativos.

Aunque nunca debemos dejar a un niño solo en la cocina, hay algunas recetas para las que apenas necesitan nuestra ayuda, y es hermoso ver lo orgullosos que se sienten de sus creaciones culinarias. Hacer algo con sus propias manos y ver cómo su familia se lo come con gusto es una valiosa inyección de autoestima.

Entre las ventajas que ofrece cocinar con niños cabe resaltar la adquisición de conocimientos básicos y necesarios de una forma práctica y entretenida. Además nuestros hijos suelen comer con más interés un plato en el que han colaborado.

Ahora que llega la lluvia y el frío y da pereza salir a la calle, no os lo penséis: unos delantales para no mancharos y empezad con una receta sencilla. La diversión está asegurada.
COMER EN FAMILIA
El desayuno, el almuerzo y la cena son instantes que deben aprovecharse para compartir con la familia. A pesar de lo agitado de nuestro actual ritmo de vida, es posible lograr algunos encuentros armónicos en la mesa.

Las rutinas como el desayuno y la comida, cuando se conversa y se comparten experiencias, pueden compensar los largos períodos de separación Las familias donde ambos padres trabajan y permanecen ocupados todo el día, tienen que hacer un esfuerzo para respetar esas horas compartidas como un medio de fortalecer sus vínculos.

Los niños comen mejor cuando disfrutamos de este momento en familia y ayudan en tareas como poner la mesa o hacer la compra. Por este motivo, cuando sea imposible conciliar la vida laboral con las comidas regulares en casa o los más pequeños almuercen en el colegio, resulta imprescindible sacar tiempo para, por lo menos, desayunar o cenar junto a los niños.

Y si el ritmo de vida no nos permite reservarnos al menos una comida diaria para reunirnos con la familia, es primordial prestar especial atención a los desayunos, comidas y cenas durante los fines de semana.



NUESTRA SALUD ESTÁ EN EL PLATO

Un hecho que está aumentando, y de forma alarmante, es la obesidad infantil. y no se debe en la mayoría de los casos a factores genéticos o de predisposición familiar. Se debe a hábitos de vida incorrectos.

Este aumento de la obesidad infantil se debe a una mayor accesibilidad por parte de los niños a ‘atractivos’ alimentos híper calóricos, al tiempo que se incrementa el sedentarismo. Cada vez los niños pasan más tiempo ante el televisor y el ordenador, y menos, haciendo ejercicio. Estos niños con sobrepeso serán en el futuro adultos obesos con todos los riesgos que esta situación conlleva: hipertensión, cardiopatías, diabetes, etc.









Porque a pesar de los muchos programas de prevención que se están llevando a cabo, la mejor prevención está en la familia, porque desde el seno de la misma se puede educar en hábitos sanos de alimentación y estilos saludables de vida.

 





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